La moda también hace Ramadán

El Ramadán consiste en la prohibición absoluta de recibir en el cuerpo nada del exterior. Nada. La vida de millones de personas se llena de vetos con la llegada del noveno mes del calendario musulmán: no pueden probar bocado hasta que se ponga el sol, tampoco pueden fumar, ni beber alcohol, ni mantener relaciones sexuales. Pero el Corán no impide a las musulmanas cubrir su cuerpo de las últimas tendencias. La única condición es que las prendas cumplan el halal, es decir, el precepto islámico de recato en el vestir femenino. Hoy, las mujeres islámicas cuentan con una aliada que ha colgado esta etiqueta a una nueva colección. La firma estadounidense DKNY (Donna Karan New York) ha lanzado DKNY Ramadán, faldas largas y sueltas, maxi-vestidos y monos que son elegantes sin descuidar la discrección.

La marca ha tenido en quien inspirarse: en dos mujeres que se han convertido en referencia mundial de estilo. Rania de Jordania, una devota musulmana que no cubre su cabello y viste siempre impecable al modo occidental. Ama la moda y sus diseñadores preferidos son Elie Saab y Christian Dior. Y la jequesa de Catar, que siempre oculta su pelo por turbantes que combina con faldas largas, hasta los tobillos o hasta el suelo. Son dos normas inquebrantables que ella ha sabido convertir en virtud, con 'looks' prácticamente monocromáticos de casas como Dior y Chanel a los que da vida con complementos exquisitos.

'Mipsterz' (musulmanas hipsters)

La diseñadora Donna Karan ha sabido responder a la demanda que hacen las jóvenes 'mipsterz' (musulmanas hipsters), conciliadoras del Islam y la modernidad siendo a la vez conservadoras, libres e independientes. Integran una especie de movimiento urbano femenino, surgido en la comunidad musulmana de Estados Unidos y extendido ahora al resto del mundo; consiste en la combinación vanguardista del hiyab, el velo islámico, con las últimas tendencias en moda. "¡Por fin!", han celebrado cientos de usuarias de Twitter a través del hashtag de la marca (#DKNYRamadan). "Es una noticia fantástica. Encuentro excitante que los diseñadores abracen sus raíces orientales y los patrones islámicos", escribió en su web Asma, hiyabista -mezcla de hiyab, el velo islámico, y fashionista- y una de las blogueras más influyentes entre la nueva generación de musulmanas.

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La colección, creada por la editora de moda kuwaití Yalda Golsharifi y la diseñadora de Dubái Tamara al Gabbani, pone el acento en siluetas holgadas y vaporosas y prendas que cubren recatadamente todo el cuerpo, como exige el Corán. Son en su mayoría modelos en colores discretos como tonos tierra, blanco, negro y azul oscuro, pero también hay diseños estampados. Para lucirlos es necesario viajar a alguna de las sucursales que la firma tiene en Líbano, Irak, Jordania y los países del Golfo Pérsico.

Esta moda islámica no ha estado exenta de polémica. A algunos les chirria la consideración halal de los diseños, que no sólo debería ceñirse a tapar las curvas del cuerpo femenino, sino también a las condiciones éticas de fabricación y distribución de las prendas. También se les han echado encima los que ven en esta nueva tendencia una estrategia de marketing para convertir el Ramadán en una festividad consumista al estilo de la Navidad. En los días previos al ayuno, las ventas en comercios de Londres, París, Dubái y Beirut crecen hasta un 60% a cuenta de los clientes que aprovechan para derrochar antes de entregarse a las prohibiciones.

El diseñador Stéphane Rolland abrió la veda la temporada pasada con una edición limitada de caftanes que vendió en exclusiva en su boutique de Abu Dhabi sólo durante el Ramadán. Sin llegar a esos extremos, también se han apuntado a la coyuntura firmas como Prada, Dior o Burberry, que reservan sus artículos más caros para la ocasión, especialmente los bolsos y zapatos más exclusivos. Los consumidores musulmanes en Oriente Medio gastaron más de 224.000 millones de dólares en textil en 2012, según un informe de Thompson Reuters. Solo EE UU superó este gasto en ropa y calzado.