La ‘Anna Wintour de Oriente Medio’ es esta princesa que pide moda ‘recatada’

  • Por:karen-millen

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07/2022

(Actualización 13 de abril de 2017: Business of Fashion confirmaba, con la princesa como propia fuente, que Deena Al Juhani Abdulaziz ha sido despedida de Vogue Arabia tras ser editora jefe en solo dos números)

Una es de Catar;la otra, de Arabia Saudí. A priori poco tendrían en común, pero ambas mujeres parecen demostrar que en Oriente Próximo el negocio del lujo es una cuestión de familias reales. Si la catarí, con la ex jequesa Seikha Mozah bint Nasser al frente, es dueña de firmas como Valentino o Balmain, la saudita tiene desde hace unos meses a una de sus princesas al frente de Vogue Arabia.

Hace tan solo unos días Deena Al Juhani Abdulaziz, a la que ya han bautizado como la “Anna Wintour de Oriente Medio”, dejaba constancia en Instagram de la fiesta que celebraron el 7 de abril por todo lo alto en Doha con motivo del lanzamiento de la revista. El evento ha coincidido con el primer número impreso, protagonizado por una controvertida Gigi Hadid cubierta por un velo. Su web, en cambio, tiene más recorrido: Vogue Arabia lleva en curso desde noviembre, tan solo unos meses después de que saltara la noticia sobre su nuevo nombramiento como editora-en-jefe.

Deena Al Juhani está muy, muy lejos de ser una recién llegada al sector. Su entendimiento innato por la visión occidental y oriental de la moda la ha llevado a triunfar en el retail del lujo gracias a su tienda llamada D’NA. Con base desde 2006 en Riad, capital de Arabia Saudí, se expandió a Doha (Catar) con otro local hace unos cuatro años. Dio el salto al e-commerce con el lanzamiento de la tienda online el año pasado, coincidiendo con su décimo aniversario. Concebida casi más como un restringido club de miembros que como una boutique, el mérito de esta concept store pasa por introducir diseñadores británicos como Mary Katrantzou o Erdem entre la selecta clientela árabe (adaptándose siempre los pedidos a sus peticiones) y de persuadir a otros creadores como Diane Von Furstenberg para alargar bajos y subir escotes, más acorde a las prendas modestas que marca la Sharia. La propia Katrantzou ha dicho que cuando está diseñando siempre piensa en Deena “como el arquetipo de mujer moderna”. El de Deena es uno de los rostros más habituales de las semanas de la moda, ya que no es raro verla en desfiles de otros nombres por los que fue de las primeras en apostar, como Roksanda, Osman, Prabal Gurung o Jason Wu, pasando por Martin Margiela o Veronique Branquinho.

Deena Al-Juhani en un evento de ‘Business of fashion’ en 2016. Foto: Getty

La ‘Anna Wintour de Oriente Medio’ es esta princesa que pide moda ‘recatada’

En el front-row de Ralph and Russo durante la Paris Fashion Week del pasado mes de enero junto a Kirsten Dunst y Arizona Muse. Foto: Getty

La visión tan amplia que Deena Al-Juhani posee de Oriente y Occidente se debe a su propia vida. Nació en California hace 42 años y pasó toda su vida a caballo entre Oriente Próximo y Estados Unidos. Su padre, un economista destacable, daba clases entre las universidades de Ann Arbor (Míchigan) y Boulder (Colorado). Al ver que la carrera de traducción de su hija no iba a ninguna parte, decidió apostar por el proyecto que ella tenía en mente e invertir en su negocio: “Tuve una conversación con mi familia y me dijeron ‘¿por qué no lo haces? Te vamos a apoyar. Tendrás éxito’. Créeme si te digo que no tenía ningún plan de negocio. Para mí era un ‘Simplemente lo voy a hacer’. Y fue exactamente lo que hice”, explicó a The Cut. En julio del año pasado renunció a D’NA (difícil compatibilizarlo con un puesto de directora de revista) y vendió sus acciones a su socio.

La suya fue una pasión temprana por la moda. Su primer contacto fue a través del Tatler inglés y después de Vogue, del que se empapó página a página con cada número que llevaba a Riad: “La mayoría de mis amigos no tenían necesidad de hablar sobre Nan Kempner o Christian Lacroix, así que destaqué siendo diferente”. Esa obsesión por la industria derivó en el sueño frustrado de convertirse en estilista editorial a lo Polly Mellen, una de las editoras con las que colaboró más estrechamente el mítico fotógrafo Richard Avedon. Sin embargo, “ese trabajo no existía en Oriente Próximo, y no era realista para mí mudarme a tiempo completo a los Estados Unidos para convertirme en estilista”. Lo más cerca que estuvo fue intentar que la contratasen como becaria en una tienda de Riad, pero no la cogieron por estar “demasiado cualificada”. D’NA fue el siguiente paso (y trampolín definitivo) que la catapultaría a la dirección de Vogue Arabia.

La actual directora de ‘Vogue Arabia’ ha sido dueña de una tienda multimarca de lujo con voz propia en el mundo árabe. Foto: Getty

Además de ser la primera princesa en dirigir una cabecera de moda, fue también la primera retailer de Oriente Próximo en conseguir que su tienda apareciese en Farfetch.com. De hecho, ella misma antepone su trabajo a su condición: “No soy de familia real por nacimiento y no es mi lugar representar a la familia. Era plebeya antes de convertirme en alteza, y quiero ser conocida por lo que hago, no por un título”, dejaba claro en una entrevista para The Telegraph. Entró a formar parte de la familia real en 1998, cuando se casó vestida de Alaïa con el sultán bin Fahad bin Nasser, con el que tiene tres hijos. Estuvieron un tiempo viviendo en Nueva York, hasta que se mudó a Riad.

Su estilo

El de Deena Al-Juhani anda más cerca del estilo de Rania de Jordania que al de la ex jequesa Seikah Mozah, pero quizá sea la ‘royal’ de Orientemás atrevida. No es raro verla con piercings (en clave de lujo, con diamantes), que combina con un arriesgado pixie, muy en la línea del mítico corte de pelo que el estilista Garren le hizo a Linda Evangelista (de la quemuy fan junto a nombres como el de Christy Turlington. Lo demuestra su cuenta de Instagram).

Deena Al-Juhani pasó de una melena corta a un arriesgado pixie, con el que luce sus piercings en todo su esplendor. Foto: Getty

En cuanto a la ropa, no tiene problemas en mostrar, siempre con pudor, ciertas partes de su cuerpo como los pies, brazos (y ligeramente, el escote) ni de marcar un poco de cintura. Aunque las abayas le hacen sentir “como Grace Kelly”, nunca las lleva en Occidente, ni tampoco el hiyab: “Vestimos para otras mujeres y cuando hay hombres presentes en los eventos, por supuesto que vestimos algo más conservador. Se trata de un nivel de confort y contexto. Hay algunas cosas que llevas y que no llevas, del mismo modo que jamás vestirías medias al palacio de Buckingham” declaraba para el diario británico.

Como el de cualquier it-girl presente en las semanas de la moda, su estilo se ha ido depurando con el tiempo. Pero en buena medida se debe también a la forma de vestir de su propia madre: “se parece a Anouk Aimée y es la quintaesencia de la mujer de Yves Saint Laurent de los años 70. Solíamos ir a los desfiles de alta costura, de Valentino a Chanel”.

Su estilo incluye tanto tonos nude como colores fuertes, que le gusta llevar en invierno. Foto: Getty

Su objetivo con Vogue Arabia

En un panorama en el que cabeceras como Elle Oriental, Marie Claire y Harper’s Bazaar Arabia están bien establecidas, la intención de Deena Al-Juhani no es ni mucho menos el de tomar una postura política (a pesar de la politización de Vogue USA, las políticas de inmigración de Trump o la situación que tiene la mujer en su propio país). Y desde luego, va mucho más allá de ser “una carta de amor a Arabia”. Su intención pasa por arrojar un poco de luz al importante papel que ha tenido la clientela musulmana en la moda: “Los árabes han sido responsables de que sobreviviera el negocio de la alta costura desde finales de los años 60 hasta hoy. Me gustaría entender por qué se nos infravalora y se nos ve como personas que solo gastan su dinero. No olvides que entendemos de lujo casi más que cualquiera sobre la Tierra. Hemos estado aquí mucho antes de que los rusos o los chinos entrasen en escena”, comentaba en otra entrevista para el New York Times.

El lanzamiento de Vogue Arabia llega como respuesta a un fenómeno que crece como la espuma: en 2013 los musulmanes gastaron 266 millones de dólares en ropa y calzado (más que Japón e Italia juntos), y se prevé que hacia 2019 alcance los 484 billones de dólares. Cada vez más marcas del lujo se suben a este cohete con colecciones de ropa modesta (como las abayas de Dolce & Gabbanna, las colecciones cápsula de Uniqlo), presentando desfiles en sus ciudades emblemáticas (como Chanel), o haciendo subir a la pasarela modelos con pañuelo como Halima Aden. También tienen su propio Net-a-porter, llamado The Modist.

Su armario no es tan rígido como el de Sheika Mozah, pero nunca enseña de más. Lo suyo es la «ropa modesta». Foto: Getty

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