Carmen Castañeda, la artista que cose sus obras a mano

  • Por:karen-millen

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10/2022

La típica máquina de coser doméstica es capaz de hacer hasta 1.000 puntadas por minuto, y los modelos industriales pueden hacer hasta 5.000 o más. Esta tecnología tiene sus grandes ventajas: somos casi 8.000 millones de habitantes en la Tierra, y queremos ropa variada, atractiva, y asequible, cosa que no sería posible si cosiéramos todo a mano. Pero el triunfo de estos nuevos métodos implica el declive de otros, y la mayoría de nosotros rara vez nos damos cuenta de lo que se está perdiendo.

Carmen Castañeda sí lo considera, y mucho. La artista madrileña también trabaja con hilo, puntadas y tejidos, pero sus métodos de producción tienen poco en común con los de las grandes marcas. No produce ropa, para empezar, sino que cose directamente en superficies planas. Y es que la velocidad a la que trabaja es a la máquina de coser lo que una cerilla es al microondas: cose lentamente, minuciosamente, prestando atención a cada puntada que hace, todas a mano.

Su pieza Estudio de un cuadrado 2.0 utiliza unos 17.500 tubos, 11.000 lentejuelas, 1.300 metros de hilo de algodón, y tardó, por su propia estimación, unas 150 horas en realizarla; el producto final mide un poco menos de un metro cuadrado. Pero el hecho de que al hacerlo todo a mano pueda tardar mucho más no es para ella una desventaja, sino una fuente de oportunidad y reflexión que reside en el corazón de su obra.

“Lo bonito es crear por medio del gesto, y llevar materiales frágiles y sensibles a un estado de obra de arte,” dice Castañeda. “Hay mucha magia y procesos de meditación en la propia obra.”

Castañeda nació en Madrid en 1985, y, salvo una temporada en París, siempre ha vivido en la capital. Es una mujer educada y amable, pero sumamente seria en cuanto a su obra, la cual aborda con una devoción casi monástica.

Estudió Bellas Artes en la Universidad Europea de Madrid, donde trabajaba sobre todo con pintura y veladura. Fue en París, mientras asistía a un curso en la École Lesage, donde conoció la costura y el arte de tejer, concretamente las técnicas más arcanas como vermicelle, remplissage, cadeneta, punto grano, o passé-plat.

Para sus compañeros en la Lesage, diseñadores de moda en su mayoría, estas técnicas eran medios para un fin, útiles sólo en la medida que pudieran aplicarse a la ropa. Castañeda miró más allá de sus usos típicos como técnicas de alta costura y se quedó prendada de su potencial como forma de arte.

“Me crucé por casualidad con las técnicas de bordado de Alta Costura y empecé a estudiarlas de una manera inocente,” explica. “Cuando empecé a profundizar en ellas, me impresionó que eran técnicas tan pictóricas, que el gesto era tan expresivo e íntimo. Vi la necesidad de explorar estas técnicas fuera del contexto, quitar el elemento ornamental y figurativo y dar importancia al gesto, su imperfección y a los materiales; a su belleza por sí mismos.”

Carmen Castañeda, la artista que cose sus obras a mano

La manera más eficaz de enfatizar esta belleza fue, para ella, apartar las técnicas del mundo de la ropa, donde se quedan solo un elemento entre varios, y aislarlas en un lienzo. Es un hilo que iría siguiendo hasta el día de hoy.

Hay mucha magia y procesos de meditación en la propia obra

Aunque a veces relegado en el mundo del arte contemporáneo, el arte textil en verdad tiene raíces milenarias. Se han encontrado piezas intactas que datan a los antiguos griegos, y a la nobleza medieval le gustaba adornar sus palacios con tapices vivamente detallados.

En el siglo XX artistas como Anni Albers o Jean Lurçat se hicieron conocer por sus experimentos con abstracciones con los textiles; hoy en día la artista octogenaria americana Shiela Hicks se distingue por sus grandes y coloridas piezas que a veces ocupan cuartos enteros.

Como forma de arte, el arte textil existe en la intersección del dibujo y la escultura; es altamente visual, pero el artista puede jugar con elementos como la pesantez o la textura para aportar nuevas dimensiones a la pieza.

Castañeda se aprovecha de estas posibilidades en sus propias obras, aunque se enfoca más en el proceso mismo que en el resultado visual. A veces, al empezar una pieza, no sabe como será al final.

“Sólo decido el tamaño de la pieza,” afirma. “No dibujo sobre el lienzo ni boceto. Luego me dejo llevar por el material y el propio movimiento de la técnica y el gesto.”

Sus hilos a veces brotan hacia afuera y hacia arriba por el lienzo como organismos vivos, en aparente desafío de la gravedad. El resultado puede adoptar la apariencia de un mapa, sugiriendo tanto historia como crecimiento.

Su pieza Manto I utiliza como bastidor el somier de su abuela, sobre el que ha tejido a mano más de 4.000 pétalos naturales de flores preservadas. Conforme el tiempo los pétalos irán cambiando y el manto irá creciendo en cada exposición.

Su serie Pasaje muestra una composición monocromática en tres fases de desarrollo, hecho con algodón mouliné, cosido a mano en papel vegetal a través de la técnica passé-plat. Las cuatro piezas supusieron en total 192 horas de labor, lo mismo que casi 40 viajes de Madrid a Barcelona en el AVE, ida y vuelta.

Su obra es menos una crítica de la industria de la moda que una exploración de las posibilidades que quedan desapercibidas cuando las técnicas y materiales se tratan como mero pábulo para la producción masiva. Sin embargo, el propio acto de pasar casi 200 horas cosiendo asiduamente algodón lleva una crítica implícita de los métodos de producción actuales.

Técnicas de alta costura

Su serie 'Pasaje' se compone de cuatro piezas que tardaron unas 192 horas en coser

Esta crítica, y una reivindicación de los métodos tradicionales que la producción industrial reemplazó, es el tema unificador de XTANT, un festival artesanal de textil en el que Castañeda y unos 50 artistas más, de más de 20 países, se unieron para intercambiar ideas, dar talleres, y mostrar sus obras. Este año el festival se celebró en Palma de Mallorca, con eventos en la galería Can Balaguer y un mercado artesanal en el patio del museo Es Baluard.

“Los Homo sapiens aprendimos a coser antes que a escribir,” declaran los organizadores de XTANT, en su página web. “Uno de los problemas más importantes en el mundo de la moda es su desconexión de textiles, en concreto textiles de patrimonio. Es equivalente a ser chef sin entender los ingredientes de una receta.”

Como remedio, XTANT pretende fomentar el coleccionismo de textiles de patrimonio como arte contemporáneo.

En XTANT, Castañeda dio un taller sobre la aplicación del kintsugi a los textiles. Kintsugi es el arte japonés de arreglar objetos rotos de tal manera que las imperfecciones se acentúan y se embellecen en vez de esconderlas. Se asocia típicamente con la cerámica; si un bol se rompe, se arregla con una laca mezclada con oro, plata, o platino. Las fracturas se tratan como a nada más que un capítulo en la historia del objeto, capaces de rendirlo aún más bello que antes. (Según la leyenda, cuando se introdujo hace siglos por primera vez en Japón, se volvió tan popular entre coleccionistas que empezaron a quebrar adrede su alfarería para luego repararla según el método kintsugi.) En su taller en XTANT, Castañeda coserá textiles dañados con hilos y lentejuelas doradas.

“La técnica de kintsugi no es tan literal formalmente en mi trabajo, es en el concepto y la estética donde se visualizan referencias japonesas; la búsqueda de la belleza con lo mínimo y la búsqueda del interior,” cuenta la artista madrileña.

El festival XTANT ha dado impulso a técnicas tradicionales japonesas como el kintsugi, gracias a la apuesta de marcas como Shiseido, la firma de cosmética y maquillaje fundada en 1872 en el país nipón. Shiseido también vierte la sabiduría ancestral japonesa en la elaboración de sus productos con el uso, por ejemplo, de enmei, la hierba de la longevidad utilizada por los monjes desde hace siglos, o un kit de kintsugi para la reparación de boles rotos.

“Lejos de esconder nuestras imperfecciones, desde Shiseido queremos invitar a ensalzar con oro las grietas que forman parte de la vida y de cada historia, las cuales nos hacen únicos e irrepetibles,” sostiene Ainhara Viñarás, directora general de Shiseido España. La marca japonesa de cosmética abrió en 1919 la galería de arte en activo más antigua de Japón, en Tokio y desde entonces ha montado más de 3.000 exposiciones, como XTANT en Mallorca.

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Carmen Castañeda tiene planeado seguir sus experimentos desde su estudio en Madrid, el cual opera bajo el nombre Anónima by CM. Justo antes de la cuarentena tenía una exposición personal en la galería madrileña Materna y Herencia, y tendrá otras en Barcelona y París a lo largo del año que viene.

Mientras tanto, seguirá desarrollando su obra, una puntada a la vez.

“La belleza y la poética están en el proceso, el gesto repetido en medio del silencio del lienzo, la propia imperfección del gesto que cobra una identidad propia,” concluye. “Son procesos que te llevan a un estado de contemplación y reflexión, de experimentación y de estudio de la tradición.”

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