Black viernes

  • Por:karen-millen

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10/2022

Era como si hubiera pasado un tornado doméstico, pequeño y familiar, menos destructor peroigual de indómito. Las prendas que, supongo, las dependientas habían colocado con orden y mimo al empezar la jornada aparecían amontonadas sobre los mostradores o colgadas precariamente de una manga en el expositor, mientras otras tantas lloraban abandonadas en el suelo junto a perchas esparcidas y zapatos descolocados. A algunos, una camisa se les caía de las manos mientras miraban otras, y allí la dejaban sobre el piso. No se podía andar por los pasillos, que el día antes parecieron anchos, y tenías que hacer largos minutos de cola ante las cajas sin que te dejaran pasar por los probadores, cerrados por presuntas medidas de seguridad contra el covid.

Ese era el panorama incivilizado el pasado viernes en Bahía Sur, por lo visto el día en el que hemos aceptado todas las órdenes de comprar, incluso la de llamarle, vaya usted a saber por qué, Black Friday, adaptándonos a la costumbre bárbara de pronunciar las palabras de manera tan distinta a como se escriben y sin saber qué significan. Habíamos programado unas compras casi inaplazables para esa tarde, sin caer en la coincidencia de fecha tan comercial, y nos vimos sorprendidos por la marea. Ya nos pasó una vez que, mientras salíamos del hipermercado con una casi ridícula espumadera, tuvimos que hacer espera en una cola llena de televisores del tamaño de una cama de matrimonio.

Black viernes

Sea como fuera, salimos huyendo con una inspiración repentina: "Si está todo el mundo en Bahía Sur, la calle Real estará más tranquila". Dice la RAE que 'craso error' es aquel tan grande que no se puede perdonar. Pues eso. El centro estaba igual de congestionado, con un aspecto similar al de aquellos días antiguos en que tras la cabalgata de Reyes todo el mundo se lanzaba a la desesperada misión de las últimas compras. De nuevo, nuestro asombro era fruto del despiste ante lo que no nos interesa. Unos amigos nos sacaron de la ignorancia: "¡Es que hoy encienden el alumbrado navideño!". Vaya, otra orden social para aglomerarnos al unísono que habíamos desatendido.

Recordé una vez más el inicio del 'Desiderata' que tanto furor hizo entre el movimiento hippie: "Camina plácido entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio", pero entre empujones y carreras para presenciar el microsegundo en que miles de bombillas se encienden, no fui del todo capaz de lograrlo.

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